Fundaciones
y asesinatos
Una
pregunta siempre ronda las cabezas atormentadas por la violencia cruel ¿cuándo
termina toda esta pesadilla de lo más miserable del ser humano? Desde la época
de la Colonia hasta la época actual republicana los hombres no han conocido
otra historia diferente a la de la guerra, el odio, la venganza, la disputa por
riquezas de un mundo de progreso ofrecido como el mejor de los mundos posibles.
Por Mauricio Castaño H. - Historiador
Tras cada Fundación de poblado se cometen
asesinatos. El busto guarda la memoria del caído glorificado. El territorio
elegido para el asentamiento humano tiene características favorables para la
existencia humana, ríos, tierras planas y fértiles, las mismas que son motivo
de disputas para quedarse con la mejor parte, en las violencias desatadas son
los más fuertes y ambiciosos los que ganan, los débiles son derrotados o
sometidos. La historia es una historia de asesinatos, es la cultura Occidental
maestra en ello. La violencia, expresada en asesinatos, es el verbo a conjugar.
Engañoso es la historia que se pierde con la palabrería que ensalza héroes
guerreros que no son más que vulgares asesinos.
Del país Colombia se afirma que su fiel compañera
es precisamente la violencia, los asesinatos son su caldo de cultivo, en la
historia reciente, desde que se inició como República con un centro
administrativo fuerte y una periferia regional débil, distante y marginal. Se
alega esta razón súbita y forzada de conformar país a partir de unas regiones,
no logró cuajar y por ello se explica lo de mucho territorio y poco Estado. El
Centro es opulento y ostentoso, sus gobernantes fungen al estilo de las
familias patricias, en la periferia los gamonales considerados incultos e
ignorantes imponen la ley del más fuerte. Esta pugna explica la no realización
del Estado, no existe una unidad territorial ni una unidad de gobierno, existe
son conveniencias de un lado y de otro, el centro acapara riquezas, el
presupuesto, la periferia acumula pobrezas. El centro se alimenta de los
grandes negocios y la periferia con sus gamonales vende los votos a granel y
así se funge un país democrático.
Estas inequidades son visibles en la piel ajada del
campesino que trabaja de sol a sol, de poco hablar pero de mucho hacer. El
campesino es de acción, su expresión se transparenta con gestos de bondad,
amabilidad. De poco habla y mucha acción, sus manos son diestras y callosas a
diferencia del hombre de ciudad y en especial el político, su músculo
ejercitado es la lengua, experto en la palabra, le pagan por estar hablando,
decir discursos, es la figura del demagogo venida desde los tiempos griegos, el
charlatán, el parásito que todo lo consume y sólo paga con buenas palabras. El
campesino se transparenta, refleja su ser en las huellas de la piel, el
demagogo se oculta con las palabras, el lenguaje es su caparazón en donde
esconde su verdadero ser malicioso.
En cada fundación yace un asesinato. La historia de
los hombres es la historia de los odios. La venganza, las víctimas y victimarios,
todo es un círculo vicioso. Hoy aquel es víctima, mañana cobra venganza y así
se convierte en victimario. Donde haya un territorio bueno o estratégico para
la riqueza allí se librará disputa. Admiro al campesino no permeado por la
cultura demagoga, su alma limpia se refleja es la capacidad de no doblegarse
ante la adversidad, ha soportado tantas violencias de despojo y su espíritu
sigue altivo, alegre y festivo, cuando más está agotado o muy disminuido en
fuerzas, el dolor y la adversidad no le han robado la esperanza. Todos los días
tiene una razón para levantarse, para sonreír a sus hijos, para soñar con un
mejor mañana. Amoroso con hijos y esposa da a entender que la vida se impone,
lo adverso es doblegado. La vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte.
Es fuerte en bondad como los monjes tibetanos.
Una pregunta siempre ronda las cabezas atormentadas
por la violencia cruel ¿cuándo termina toda esta pesadilla de lo más miserable
del ser humano? Desde la época de la Colonia hasta la época actual republicana
los hombres no han conocido otra historia diferente a la de la guerra, el odio,
la venganza, la disputa por riquezas de un mundo de progreso ofrecido como el
mejor de los mundos posibles. ¿Cuándo romper con ese círculo de la violencia? ¿Qué
infierno sería una vida sin olvido ni perdón? Se nos impone otra forma de hacer
historia.